11:31
Robledo de Chavela se quema.
Llamo al 112 y me dicen que ya tienen el aviso.
No se oyen helicópteros ni sirenas.
Creo ver un vehículo de la policía municipal en la carretera M 537 Robledo de Chavela - Valdemaqueda
A las 11:40 aparece el primer helicóptero, analiza la situación dando una vuelta sobre las llamas; no lleva la bolsa de agua colgando y debe aterrizar, colocarla, despegar e ir a buscar agua. Esa pérdida de tiempo me exaspera pues cada segundo prende un árbol más.
A las 11:45 vierte agua el primer helicóptero. Desde ese momento y hasta que anochece, el fuego es inexorable y ante la magnitud que cada minuto toma el incendio los recursos humanos y materiales no hacen mas que aumentar. Soy incapaz de calcular cuantos hay pero parecen miles apagando el incendio.
Se aprecia sin duda ninguna que existen tres diferentes focos del incendio. No sólo huele a quemado, huele a pirómano.
He oído calificativos de todo tipo para esos individuos pero creo que, desde el corazón, deberían sentir la pena tan grande y el dolor que sentimos todos y cada uno de los que con sensibilidad lamentamos la pérdida del espacio natural tanto propio como común. Por fortuna no ha habido nadie que haya perdido la vida.
Es curioso cómo se comporta el ser humano. Ante el desalojo evidente a que nos vemos obligados hay muchos que quieren quedarse a salvar su pedacito de vida, que no quieren ver morir. Es que para muchos una parte de su vida está en esa ramita que plantó hace años y hoy es un arbolito que cuida y mima. Es complejo el ser humano y sus emociones.
En los primeros momentos sólo había dos o tres helicópteros pero era evidente que aquello iba a convertirse en algo inaudito. No daban a basto con los tres focos. Creo que si hubieran enviado mas medios aéreos en un primer momento no se habría extendido tanto. No entiendo porqué se tiende a reaccionar según el avance del fuego en lugar de activar mas recursos en un primer momento. Mira! si tienen que volverse a sus bases sin echar una gota de agua eso que nos ahorramos. Los costes de operación de este incendio deben ser enormes. La velocidad de propagación del fuego ha sido mayor que la de incorporación de medios.
Cuando comenzaron a peligrar las construcciones, en primer lugar la depuradora y posteriormente los chalets de Rio Cofio y La Suiza, los medios que había disponibles se acumularon en esas zonas pero se les empezó a escapar el Monte Santa Catalina. Hace ocho o nueve años el mismo pirómano o un amigo del gremio ya prendió fuego al Monte. Lo hizo desde el camino forestal que da acceso al mismo el tercer foco. Parece que sólo se quemó la parte pública del monte, que suerte tienen siempre algunos. En aquella ocasión hubo muchísimos medios menos y a pesar del viento, se controló sin que la extensión del fuego pasara sobre la cresta del monte.
Existe un pantano en el término municipal que en otras ocasiones ha servido de abastecimiento a los medios aéreos (helicópteros). En la actualidad no tiene agua capaz de ofrecer ese servicio y los helicópteros deben ir hasta el pantano de San Juan a por el agua. Hasta la tarde no se comienza a obtener el agua de la piscina municipal de Robledo de Chavela o del camping El canto de la gallina de Valdemaqueda.
Cada segundo cuenta en la extinción del fuego y los viajes hasta el pantano de San Juan se hacen eternos. El fuego viaja más rápido que los helicópteros. Los hidroaviones deben tomar el agua en Valmayor. Es indescriptible ver como vuelan en fila hasta cinco hidroaviones entre las colinas de Zarzalejo y regresan con sus panzas llenas.
La noche llegó dramáticamente, el olor a naturaleza quemada insoportable, los rescoldos que se aprecian en la oscuridad en las laderas de los montes, del alma de cada árbol ardiendo lento. Antes el sol en su ocaso y ahora la luna intenta dar su luz entre el denso humo, que tiñe todo de colores rojizos. La tristeza es muy grande.
Algunos hemos pasado la noche en vela observando el avance del fuego. Por fortuna no hace viento y la noche es calma.
Las colonias de buitres se salvaron del incendio del 2003 pero no creo que ésta vez soporten la presión del bosque quemado. No veremos su majestuoso vuelo sobrevolando el valle.
La mañana comienza con un nuevo batir de hélices. Probablemente todos pensamos que ya no será más que rutina y apagado total pero en el valle que forma el río Cofio el fuego sigue arrebatándonos arbol tras árbol. La extensión del incendio ha llegado a Santa María de la alameda, corriendo por el Cofio. Se vieron afectadas la vía férrea y la carretera 505, ambas conectan Madrid y Ávila. Los montes que llegan desde Robledo de Chavela hasta Monte Agudillo, el Risco del Hijorro, siguen ardiendo haciendo peligrar las casas del pueblo desde el suroeste. El camping de El canto de la gallina y el pueblo de Valdemaqueda peligran también pues Santa Catalina sigue descontrolado, el fuego ha pasado la cresta y su cara oeste arde sin control. El vallejo del Río Cofio también sigue ardiendo hasta última hora de la tarde del martes. Algunos helicópteros toman agua de la piscina del camping cogiendo turno uno tras otro, hay atasco de helicópteros.
No soy capaz de expresar el agradecimiento que siento a todas y cada una de las personas que han colaborado en la extinción. Hay una persona que nadie conoce pero considero fundamental y que ostenta un cargo técnico, no político y que no sólo ha coordinado la extinción sino algo que creo muy difícil; dirigir y coordinar la cantidad de medios aéreos que pululaban arriba y abajo continuamente, con un fuego caprichoso a razón del viento y cientos de personas de muy diferentes Fuerzas que aportaron su energía para ayudarnos.
Zas, en toda la boca a la Presidenta de la Comunidad de Madrid, Esperanza Aguirre, por no tener limpios los montes. Por no tener los caminos forestales expeditos. Por no tener cortafuegos que han abierto hoy las máquinas ante el fuego. Por no disponer en servicio el pantano de Robledo de Chavela, corresponsable con la Administración Central y el Ayuntamiento de Robledo de Chavela mediante su alcalde Mario de la Fuente, todos del Partido Popular. Por no tener un procedimiento de ataque rápido ante un incendio y ser reactivos al avance de las llamas.
Pantano de Robledo en el incendio de 2003 |